Anécdota 

Recién casados no teníamos gas domiciliario, comprábamos un cilindro de gas para la estufa que normalmente duraba un mes.

Una mañana cuando preparábamos el desayuno, se acabó el gas, la estufa se apagó y no teníamos dinero para comprarlo; entonces oramos a Dios pidiendo su ayuda; al terminar la oración, tomé el cilindro con mi mano derecha y lo sacudí con fuerza varias veces, luego le dije a mi esposa que prendiera la estufa, la estufa encendió y tuvimos gas por 20 días más. A Dios sea la gloria.

"Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte, conforme a sus riquezas en gloria, en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19)